Un grupo de estudiantes y docentes del Instituto Nuestra Señora de Luján nos reunimos con el objetivo de pintar una escuela en la localidad de Tostado, Provincia de Santa Fe. A partir de esa tarea, surgió en las y los jóvenes el deseo de seguir trabajando con realidades que estuvieran más cerca y que les permitiera vivenciar la experiencia del viaje en su cotidianeidad.
Con ese objetivo, ese mismo año, nos sumamos a los apoyos escolares que funcionaban en la Escuela Popular San Roque de San Fernando y en la Parroquia Virgen Inmaculada de Villa Soldati.
Al año siguiente, presentamos el proyecto en el colegio y abrimos la propuesta a estudiantes de cuarto y quinto año que quisieran sumarse. Poco a poco, el voluntariado empezaba a crecer porque los nuevos jóvenes nos impulsaron a buscar otros espacios. Así comenzamos a realizar talleres con las niñas y niños de un hogar, a visitar cuatro geriátricos, un apoyo escolar en Villa 20 y a recorrer las calles de Villa Urquiza compartiendo la cena con la gente en situación de calle y los cartoneros.
También sostuvimos el proyecto que nos dio origen y que al día de hoy sigue siendo central para nuestra organización: el viaje de invierno.
Seguimos sumando manos y abriendo nuevos proyectos: compartimos la tarde con niños y niñas de una Escuela de Educación Especial, las meriendas de los viernes con las ancianas de Villa Pueyrredón, sumamos un curso de computación para adultos en Villa 20. Además, volvimos a viajar en invierno pero esta vez a un nuevo destino: Quinto Cuartel, Victoria, Entre Ríos.
Las novedades de este año fueron el proyecto de visitas al Hospital Tornú y también iniciar espacios internos de formación para las y los voluntarios. Desde ese momento hasta el día de hoy, fuimos ofreciendo diferentes talleres formativos: artísticos (composición musical, teatro, arte, crochet y escritura), de primeros auxilios, alfabetización, seminarios de género y de educación popular, entre otros.
Después de cinco años en los que crecimos en distintos aspectos, tomamos la decisión de conformar la Asociación Civil, Social y Educativa “Bajar a la calle”.
Sumamos a nuestra propuesta proyectos nuevos: un merendero en la parroquia Cristo Rey con gente en situación de calle, y una escuelita de fútbol a beneficio de Cáritas para los y las chicas de Villa Pueyrredón.
Decidimos abrir un taller de teatro en Villa 20, con los niños y niñas que seguían viniendo al apoyo escolar del voluntariado y sumamos a nuestros apoyos escolares un proyecto que acompañaba un Espacio de Primera Infancia junto con el equipo del Hogar de Cristo Juan Pablo II.
A pesar de que la emergencia sanitaria nos obligó a poner en pausa todos nuestros proyectos, buscamos la manera para seguirnos encontrando con las comunidades con las que trabajamos diariamente. Hasta que se dieron las condiciones para volver presencialmente, sostuvimos apoyos escolares virtuales con niños, niñas y adolescentes de Villa Soldati y del Hogar de niños El Amparo Maternal. Además, al escuchar la necesidad de los vecinos del barrio de Villa Pueyrredón, decidimos abrir un Comedor Popular.
A medida en que la situación epidemiológica nos lo permitió, fuimos volviendo de a poco a nuestros proyectos presenciales. Retomamos los apoyos escolares en Villa Soldati, las recorridas nocturnas, las visitas al Hospital Tornú y los talleres en el Hogar El Amparo.
La gran novedad fue la inauguración de nuestro propio Espacio de Primera Infancia “La Casita de Nazaria”. Que diariamente ofrece un espacio de cuidado y aprendizaje para las y los hijos de las alumnas del colegio Virgen Inmaculada, permitiéndoles terminar sus estudios secundarios.
